A
la par de los hombres, también, trabajaron mujeres que ocupan un lugar muy
importante en las historia, identificadas
con la divisa, su aporte fue valiosísimo,
desde aquellas que se encargaban de preparar las instalaciones para algún
evento, actividades sociales, realizaban la labor de costureras confeccionado
la indumentaria, realizaban las ferias
de platos y las kermeses, que adornaban con cuidadosa habilidad el escenario en
los bailes de recepción estudiantil, que concurren y asisten a alentar a los
jugadores en los distintos partidos que River debía y debe disputar, en la
desaparecida Liga Regional de Fútbol, y en la actual Liga del Sur
Riojano o cuando estuvo participando en la Liga Cultural y Deportiva de los
Llanos (Chamical).
Es
merecido traerlas a la memoria, obviamente errar es humano y perdonar es
divino, esto por el involuntario olvido en el que se incurra al mencionar a
aquellas que son y fueron parte de los jalones sobresalientes en la faz social,
cultural y deportiva, con los nombres,
todos por igual sin hacer comparaciones quien hizo más o menos, enunciamos a
Elvira de Eluani, Sra. de Jiménez, Pierina Miranda, Elvira y Milo Abdala, María
Eloisa “Chicha” Llanos, “Michila” Carrizo de Nieto, algunas socias como Felicinda de manni, Ester Veliz, Gladis
Soria, Aida Anderlini, Lucía Abdala, Adelma Fernández, Norma López, Mirtha
Romano, Elisa de Oropel, Emmar Abdala,
Marina y María Luisa del Sacramento,
Dora Sanchez, Nora del Valle Arrieta,
Hnas. Fernández, Mary Elizondo, Sabina
Galván, Leonor de Ogas, Angela de Pes, “Cuca” Melián, Mirta Saddi de Taibo,
Daniela Cortez, María Mercedes Vega, Rasmía Saddi, y tantas otras que quedarán
sin mencionarse, pero hasta aquí llega la memoria que con admiración se efectúa.
La nostalgia invade, y a través de ellas las anécdotas de las que viven
perduran intactas en la casi octogenaria institución, de corazón grande,
sostenida por el influjo de varias generaciones que a su tiempo aportaron la
fuerza movilizadora y guardan más que
satisfacciones del deber cumplido. Con sólidos argumentos e
inquebrantables ideales de evolución transmitidos a los niños y jóvenes que
pasaron, objetivo específico a inculcar a los que vendrán, para cada uno a su
turno deje un sello de imborrables características que redunden en provecho de
la prosperidad física-espiritual, producto del impulso tesonero, digno de ejemplo imitable.
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